Ya hace justo un mes que llegué a Magdeburg. ¿Largo? ¿Corto? En realidad no sé muy bien cómo definirlo, pero está claro que no fácil precisamente.
Magdeburg sufrió enormemente durante y después de la guerra, pero ahora está ya totalmente recuperada. ¡Se ha reconstruido en un 90%! Quizás no tenga ese carácter alemán que tienen el resto de ciudades, pero lo que está claro es que brilla tanto o más que las demás; que solo necesitaba una mano (o vale, unas cuantas) para demostrar que su luz esperanzadora no se había apagado del todo; que ella era el corazón de Alemania. Y mientras los bávaros mostraban su poderío, los vieneses sus casas y barrios perfectamente alemanes, y en Frankfurt se ponían hasta arriba de salchichas, Magdeburg iba saliendo adelante, poquito a poco, a su paso, con constancia, empeño, insegura de sí misma, quizás con muy poca esperanza bajo un suelo repleto del dolor causado por los escombros, pero es algo que había que hacer… ¿Qué sería de Alemania sin ella? ¿Qué sería de ella sin Alemania?
Pues bien, nunca lo sabremos…Ahí está, erigida casi en la frontera polaca, atravesada por el Elba (y no ya por un muro) fuerte, renovada, reluciente…Con sus más de 250.000 habitantes, su mercado, su lago, sus grandes centros comerciales que dejan entrever, si miras con atención, ese encanto alemán, con sus parques llenos de árboles, hojas caídas en el suelo y alguna que otra casita de ensueño…No, Magdeburg no es la típica ciudad llena de casitas, ni esas calles estrechitas y empedradas, pero no hay nada más bonito que una noche junto al Elba iluminado con su enorme parque detrás, dejando el centro a tan solo unos minutos, nada como el Altermarkt, el puente nevado o beber glüwein…
Y, supongo, que diréis, ¿a qué narices viene todo esto? ¿Por qué no nos cuenta algo gracioso? ¿Por qué no nos cuenta que tal por allí? ¿Qué tal en el aeropuerto? O ¿Qué hizo cuando llegó? Supongo que ni yo misma lo sé muy bien…Siempre tendré tiempo de contaros absolutamente toooodo lo que me pasó, con toooodo detalle, pero creo que nunca podré daros una impresión de Magdeburg tan cercana y tan profunda como la de ahora…Y es que cuando llegué aquí supe que había venido al sitio adecuado, que no habría ciudad con la que hubiese podido identificarme mejor, y que si ella salió adelante, con todo lo que ocurrió, yo también puedo hacerlo. Y de momento, es lo que me da fuerzas para seguir, lo que me levanta el ánimo cada día, y lo que me dice: “¡Eh! Hay un mundo ahí fuera esperándote…” Y no es que esté triste, ni contenta, ni bien, ni mal…Me han pasado cosas buenas, graciosas, y también malas y deprimentes, como a todos, simplemente estoy, vengo y voy, salgo de fiesta, conozco gente…e intento ser una perfecta alemana (Arriba la kartofelsuppe, los quinientos tipos de pan, las salsas con absolutamente todo y la cerveza) =)
Y aunque estoy aquí, un poco perdida, descolgada y sin un solo minuto en mi vida me acuerdo de todas y cada una de vosotras cada día cada vez que paso por alguna calle con monumentos (por favor que Laura no diga que conoce la historia), por algún centro comercial (ejem…Iris), cuando no paro de caminar (no va por ti, ¿eh Mire? ;) ) cuando la gente come esas salchichas de las que Cris se pondría morada o incluso cuando me enteré de que aquí se hace una especie de fiesta medieval (te apuntas Leti?).
Yo creo que la aventura aún no ha empezado y también creo que no acabará aquí…¡o eso espero! Y además, ¿sabéis que? Que por mucho que contéis…¡¡La mía es más interesante que la vuestraaa!! Ja ja =P
La guiri desaparecida del lado Este ;)